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A la fuente va, del Olmo, |
la rosa de Leganés, |
Inesica la hortelana, |
ya casi al anochecer. |
5 La luna salir quería, |
mas los dos soles de Inés |
le dijeron a la luna |
no tenía para qué. |
A los tres caños llegó, |
10 y su mano a todos tres |
correr les hizo el cristal |
que ya les hizo correr. |
Llenaba su cantarilla |
y vaciábala después, |
15 cantando, por no llorar, |
la tardanza de Miguel: |
Si viniese ahora, |
ahora que estoy sola. |
Hola, que no llega la ola. |
20 Hola, que no quiere llegar. |
Las olas calmó la niña, |
porque, en oyendo el rabel |
del mancebo que esperaba, |
perdió la voz, de placer. |
25 Mas viéndolo con Quiteria, |
la de Gil, perdió otra vez |
la voz, mas fue de pesar, |
y escuchólos sin querer: |
Mala noche me diste, casada: |
30 Dios te la dé mala. |
Sin permitirle acabar, |
para Quiteria se fue, |
que la recibió con señas, |
si llegó mudilla Inés: |
35 de sus cuatro labios ambas |
más se dejaron caer |
virtudes, que del romero |
califica no sé quién. |
Miguel a lo socarrón, |
40 mientras se abrasan por él, |
con aguas turbias apaga |
el fuego en que las ve arder. |
Turbias van las aguas, madre, |
turbias van: |
45 mas ellas se aclararán. |
-Diga, señora la buena, |
la que se precia de casta, |
¿la propia a Gil no le basta, |
que le hace criar la ajena? |
50 -Amiga, sí, y tan sin pena |
como tu bendita madre |
costas le hizo a tu padre, |
siendo tú del sacristán. |
Turbias van las aguas, madre, |
55 turbias van: |
mas ellas se aclararán. |
Aclaráronse las aguas |
tanto, que fue menester |
que Miguel se moje entre ellas, |
60 cantando como un angél: |
Ya no más, queditico, hermanas, |
ya no más. |
Llegó en esta sazón Bras, |
la mejor que pudo ser, |
65 pues un favor le escuchó |
lo que cantaba a un desdén: |
«Bien sé que a la muerte vengo, |
zagala, en venirte a ver, |
mas tal cariño te tengo |
70 que no puedo más hacer». |
Seis meses, de ruiseñor, |
de pelícano otros seis, |
Bras ha servido a Inesilla; |
otros tantos, de crüel |
75 ha sufrido a la que ahora, |
agradecida a su fe, |
un listón le dio, encarnado |
como Dios hizo un clavel: |
por vengarse del ingrato, |
80 favor le hizo y merced |
del que a Bras será listón, |
y a Miguelillo, cordel. |
Él, desmintiendo su rabia, |
al plectro hizo morder |
85 las cuerdas de su instrumento, |
y cantando esto se fue: |
«Vámonos, que nos pican los tábanos, |
vámonos donde moriré. |
»Por Quinteria dormí al hielo, |
90 y por Inés voy corrido: |
si de necio me he perdido, |
ninguno me tenga duelo; |
si no me negare el suelo |
aun adonde ponga el pie, |
95 vámonos, que nos pican los tábanos, |
vámonos donde moriré». |
A la fuente va, del Olmo
Última actualitzación
03.07.2013
© Universitat Pompeu Fabra, Barcelona