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«Ave del plumaje negro, |
si bien de tanto splendor |
que, despreciando sus rayos, |
vuestras plumas viste el sol: |
5 no por vuestra beldad sola |
reina de las aves sois, |
sino porque ministráis |
armas que fulmine Amor. |
Gloria será siempre vuestra, |
10 y dudaré cuál mayor, |
vestir luces a un planeta |
o prestar flechas a un dios. |
Muchos siglos coronéis |
esta dichosa región, |
15 que cuando os mereció ave, |
serafín os admiró. |
Modesta permitid ya |
que los ojos de un pastor |
lo menos luciente os sufran, |
20 examinándose en vos; |
de un pastor que, en vez de ovejas, |
sigue el impulso veloz |
de vuestras hermosas alas |
con las de su corazón. |
25 ¡Cuántas veces, remontado |
a esfera superïor, |
de donde os perdía mi vista |
os cobraba mi atención! |
Solicité vuestro nido, |
30 que hallarse apenas dejó |
sobre un escollo, de quien |
aprendistes el rigor; |
visítolo, y si desierto |
lo halla mi devoción, |
35 cuantos juncos dejáis fríos |
abraso en suspiros yo: |
cenizas lo digan, cuantas |
están humeando hoy, |
que humedecidas después, |
40 aun no olvidan el calor. |
¡Oh gloria de cuanto vuela, |
invidia de cuantas son |
águilas por previlegio, |
por naturaleza no!: |
45 perdonad al aire un día, |
si no merecemos dos, |
que el Tajo os espera cisne, |
cuando no su margen flor». |
Esto Felicio cantaba, |
50 al dulce doliente son |
de ninfa que ahora es caña, |
de caña que ahora es voz. |
Ave del plumaje negro
Última actualitzación
03.07.2013
© Universitat Pompeu Fabra, Barcelona