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Guarda corderos, zagala, |
zagala, no guardes fe, |
que quien te hizo pastora |
no te excusó de mujer; |
5 la pureza del armiño, |
que tan celebrada es, |
vístela con el pellico |
y desnúdala con él; |
deja a las piedras lo firme, |
10 advirtiendo que tal vez, |
a pesar de su firmeza, |
obedecen al sincel. |
Resiste al viento la encina, |
mas con el villano pie, |
15 que con las hojas corteses |
a cualquier céfiro cree; |
aquella hermosa vid |
que abrazada al olmo ves |
parte pámpanos discreta |
20 con el vecino laurel; |
tortolilla gemidora, |
depuesto el casto desdén, |
tálamo hizo segundo |
las ramas de aquel ciprés; |
25 no para una abeja sola |
sus hojas guarda el clavel: |
beben otras el aljófar |
que borda su rosicler; |
el cristal de aquel arroyo, |
30 undosamente fïel, |
niega al ausente su imagen |
hasta que lo vuelve a ver; |
la inconstancia, al fin, da plumas |
al hijo de Venus, que, |
35 poblando dellas sus alas, |
viste sus flechas también: |
no, pues, tu libre albedrío |
lo tiranice interés, |
ni amor que de singular |
40 tenga más que de infiel; |
sacude preciosos yugos, |
coyundas de oro no den, |
sino cordones de lana, |
al suelto cabello ley. |
45 Mal hayas tú si constante |
mirares al sol, y quien |
tan águila fuere en esto, |
dos veces mal haya y tres; |
mal hayas tú si imitares |
50 en lasciva candidez |
las aves de la deidad |
que primero espuma fue. |
Solicitando prolija |
la ingratitud de un doncel, |
55 ninfa de las selvas ya |
vocal sombra vino a ser: |
si quieres, pues, zagaleja |
(a tu hermosura, crüel), |
dar entera voz al valle, |
60 desprecia mi parecer. |
Guarda corderos, zagala
Última actualitzación
03.07.2013
© Universitat Pompeu Fabra, Barcelona