Las esmeraldas en hierba

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(1920)
              
 
DEL REY Y REINA NUESTROS SEÑORES EN ARANJUEZ, ANTES DE REINAR
 
Las esmeraldas en hierba,
los alcázares de quien,
si jardinero el Jarama,
el Tajo su alcaide es,
5 Fileno, que lo narciso
desprecia por lo clavel,
con Belisa coronaba,
divino cilio francés:
pastores que, en vez de ovejas
10 y de corderos en vez,
rayos del sol guarda ella,
de abril guarda flores él.
Amor, que indignas, sus flechas,
de tan altos pechos, ve,
15 los vínculos de Himeneo
nudos hizo de su red:
de algún álamo lo diga
la corteza, que les fue
bronce en la legalidad,
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y en la obediencia, papel.
¡Cuántos afectos les deben
los ecos de Aranjüez,
que, naciendo a ser deseos,
fueron suspiros después!
25 A cuya casta armonía
breves ofreció un laurel,
para números, sus hojas,
para lámina, su pie.
Dulces les tejen los ríos,
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si en sus márgenes los ven,
alegres coros de ninfas
dos a dos y tres a tres.
 
Un día, pues,
que los cisnes de su espuma
35 tïorbas fueron de pluma,
esto el aire oyó sereno:
«Viva el amor de Fileno,
cuando no exceda, a la par,
de la fe de su Belisa,
40 que no hay más.
 
Viva la fe de Belisa,
cuando no mayor, igual
al amor de su Fileno,
que no hay más.
 
45
Siempre amantes, venzan siempre
la recíproca amistad
de las vides con los olmos,
que no hay más.
 
Sus años sean, felices,
50 en número y en edad,
las encinas destos sotos,
que no hay más.
 
Y, no sabiendo jamás
lo que la fortuna es,
55 bese la invidia sus pies,
que no hay más».