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A LA VIDA DE LOS HIDALGOS POBRES QUE SIGUEN LA CORTE |
Al pie de un álamo negro, |
y, más que negro, bozal, |
pues ha tanto que no sabe |
sino gemir o callar, |
5 algo apartado de Esgueva, |
porque el sucio Esgueva es tal |
que ni aun los álamos quieren |
dalle sus pies a besar, |
estaba, en lo más ardiente |
10 de un día canicular, |
entre dos cigarras que |
le cantan el sol que fa, |
un miércoles de ceniza |
vestido de humanidad, |
15 a cuya mesa ayunaran |
los martes de carnaval: |
un hidalgo, introduciendo, |
en las cuchilladas, paz, |
de un follado incorregible, |
20 puesto que mayor de edad; |
que la vejez de unas calzas |
desgarros contiene más |
que la juventud traviesa |
del cantado Escarramán. |
25 Repararlas pretendía, |
si se pueden reparar |
cuchilladas tan mortales, |
con una aguja no más. |
¡Mecánica valentía!, |
30 bien que su temeridad |
lo va entrando en un confuso |
laberinto criminal, |
donde fincará, no obstante |
que con fin particular |
35 envaine su dedo el mismo |
dedalísimo dedal, |
porque le ha mentido el hilo |
y ha de quedarse, o andar |
requiriendo a fojas ciento |
40 las verdes bragas de Adam. |
Congójalo esto de suerte |
que, desatado, nos da |
lo Rengifo en el sudor |
a veinte mil el millar; |
45 porque el sudor de un hidalgo |
todo ha de ser calidad, |
tanto, que su escarpín diga |
a cien pasos el solar. |
Mayores el sol hacía |
50 las sombras del árbol ya, |
cuando el prado pisó, alegre, |
la potrada del lugar. |
Temiendo, pues, que la gente |
no gustase de pasar |
55 por las que fueron calzadas |
a vista del arrabal, |
justicia en dos puntos hecho, |
sin vara (de tafetán), |
por lo menos llama cuantos |
60 de latón esbirros trae, |
alfileres que le prendan |
lo que, pendiendo de atrás, |
nos hacía su pendencia |
sentir no bien y ver mal. |
65 Consiguiólo, y atacando |
las que por su antigüedad |
primadas fueran de España, |
a mi voto, en Portugal, |
a solicitar se fue |
70 dos mulas de cordobán, |
que le hierran de ramplón |
vecinos de Fregenal: |
infante quiere seguir |
a los príncipes que irán |
75 con Su Majestad a Irún |
el octubre que vendrá; |
previene, pues, carrüaje, |
no alegue anterioridad |
cualque marqués de Alfarache |
80 o conde de Rabanal, |
porque, si no Montesino, |
montañés, desea catar |
a Francia, y con el de Guisa |
tener estrecha amistad; |
85 que tanta hambre no solo |
cata a París la ciudad, |
sino a la mesa redonda |
do los doce comen pan. |
Penetrar quiere aquel reino, |
90 pues a la necesidad |
debe cuanto lemosino |
en Francia puede gastar, |
seguro de encontrar nones |
donde tantos pares hay, |
95 si ya no es que en latín |
son más francos que en vulgar. |
No está España para pobres, |
donde esconde cada cual |
en el arca de No he |
100 lo que vais a demandar; |
las espaldas vuelven, todos, |
al pedir, con priesa tal, |
que al que buscares con peto |
lo hallarás con espaldar. |
105 Esto, pues, hará a Rengifo, |
llevando más de real |
en las venas que en la bolsa, |
seguir a Su Majestad. |
Al pie de un álamo negro
Última actualitzación
03.07.2013
© Universitat Pompeu Fabra, Barcelona