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(1614) |
EN LA BEATIFICACIÓN DE SANTA TERESA |
De la semilla, caída |
no entre espinas ni entre piedras, |
que acudió a ciento por uno |
a la agradecida tierra, |
5 media fue, y media colmada, |
la santa que hoy se celebra, |
de Ávila, según dispone |
ley de medidas expresa, |
bien que de semilla tal |
10 no solo quiere ser media, |
sino costal de buriel, |
cuando no halda de jerga. |
Patriarca, pues, de a dos, |
dividida en dos fue entera: |
15 medio monja y medio fraile, |
soror Ángel, fray Teresa. |
Monja ya y fraile, beata |
hoy nos la hace la Iglesia: |
trina en los estados y una, |
20 si única no en la esencia. |
Al Carmelo subió, adonde |
con flores vio y con centellas |
zarza quizá alguna, pues |
se descalzó para vella. |
25 Bajó de él, legisladora, |
en tablas más que de piedra |
de su antigua institución |
la recopilación nueva. |
Celante y caritativa, |
30 tesbita como elisea, |
en el carro y con el manto |
baja, de sus dos profetas. |
Baja, pues, y en pocos años |
tantas fundaciones deja |
35 cuantos pasos da en España, |
orbe ya de sus estrellas. |
Moradas, divino el arte |
y celestial la materia, |
fabricó, arquitecta alada, |
40 si no argumentosa abeja. |
Tanto y tan bien escribió, |
que podrá correr parejas, |
su espíritu, con la pluma |
del prelado de su iglesia, |
45 pues, abulenses los dos, |
ya que no iguales en letras, |
en nombre iguales, él fue |
Tostado, Ahumada, ella: |
grande en Ávila apellido, |
50 por quien tuvo de nobleza |
lo que de beldad, y de ambas, |
lo que el pavón, de soberbia. |
Lisonjeáronla un tiempo |
las rosas, las azucenas, |
55 que en el cristal de su forma |
incluyó naturaleza; |
mas, a breve desengaño |
caduca su primavera, |
frágil desmintió, el cristal, |
60 ser de roca su firmeza: |
desengaño judicioso, |
que con perezosa fuerza |
interno royó gusano |
la verde lasciva hiedra, |
65 cuya sombra suspendía |
frutos mil de penitencia, |
de ciudad no, populosa, |
mas de provincias enteras: |
no encaneció igual, ceniza, |
70 oh Nínive, tu cabeza, |
al sayal de las capillas, |
que ejemplarmente hoy blanquea |
en nuestra Europa, de tanto |
ciudadano anacoreta, |
75 que, escondido en sí, es su cuerpo |
gruta, de su alma, estrecha. |
¡Oh, con plumas de sayal, |
penitente pero bella |
carmelita hierarquía, |
80 gloria de la nación nuestra! |
¡Oh religión propagada |
antes que nacida, apenas |
plantada, ya floreciente, |
fecunda sobre doncella! |
85 ¡Oh cuán muda que procedes! |
¡Oh cuánto discurres lenta! |
¿Qué mucho, si es tu instituto |
cantar bajo y calzar cuerdas? |
Perdona si, entre los cisnes, |
90 saludo tu sol, corneja, |
tu sol, que Alba tiraniza |
y espumas del Tormes sellan; |
perdona si, desatado |
mi pobre espíritu en lenguas, |
95 metal no ha sido, canoro, |
muda caña sí de aquella |
santa, de familias madre, |
que en dos viñas a una cepa |
condujo, de un sexo y otro, |
100 obreros, a horas diversas, |
cuyos silicios, limando |
aun los hierros de sus rejas, |
salvados le dan al cielo, |
hechos cedazos de cerdas. |
105 De esta, pues, virgen prudente |
(a cuya nupcial linterna |
el olio que guardó viva |
está distilando muerta), |
a la beatificación, |
110 laureada hasta las cejas |
ha convocado Cordóba |
sus Lúcanos y Senécas. |
Si extrañaren los vulgares |
y acusaren la licencia, |
115 escapularios del carmen |
mis escapatorios sean; |
todo va con regla y arte, |
que, a Dios gracias, arte y regla |
nos dejó Antonio; produzga |
120 todo escuchante la oreja: |
At carmen potest produci, |
como verdolaga en huerta, |
a cualquiera pie concede |
la autoridad nebrisensia, |
125 como sea pie de Carmen, |
calce cáñamo o vaqueta; |
y así, quod scripsi, scripsi, |
a dos de otubre, en Trassierra. |
De la semilla, caída
Última actualitzación
03.07.2013
© Universitat Pompeu Fabra, Barcelona