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(1612) | |
LOA QUE RECITÓ UN SOBRINO DE DON FRAY DIEGO DE MARDONES, OBISPO DE CÓRDOBA, EN UNA COMEDIA QUE LE REPRESENTARON ÉL Y OTROS CABALLEROS ESTUDIANTES | |
No vengo a pedir silencio, | |
que la cómica española | |
no calza los zuecos que | |
la antigüedad rigurosa. | |
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A solicitar sí vengo |
una de las muchas trompas | |
del monstro que todo es pluma, | |
del ave que es ojos toda: | |
de la Fama, que, sin duda, | |
10 | muda a su pesar ahora, |
ha concurrido a este acto | |
o miembros vestida o sombras. | |
Mas no creo será bien | |
que tanta modestia rompa, | |
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tan vocinglero instrumento: |
mienta, pues, ajenas formas, | |
y a mí, en plectro agradecido | |
de cítara numerosa, | |
musa hoy culta me dicte | |
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cuanto el Borístenes oya. |
En vez de prólogo quiero, | |
pues lo llama España loa, | |
ofender süavemente | |
las orejas (siempre sordas) | |
25 | de tu prudencia (al encanto |
de la mágica lisonja), | |
oh modelo de prelados, | |
cuando no primera copia | |
de tu patrïarca santo, | |
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luciente de España gloria: |
sufre tus prerrogativas, | |
y breve rato o perdona | |
o excusa al que parte indigna | |
es de tu casa Mardona, | |
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que en antiguo valle ilustra |
las Montañas generosas. | |
Permite que por mi lira | |
el mundo todo conozca | |
tu calificada cuna, | |
40 | tu educación virtüosa, |
y en tu adolescencia cana | |
tu siempre afección devota | |
al hábito que escogiste, | |
de que Barbadillo se honra; | |
45 | tu perseverante estudio, |
decorado con la borla, | |
honor del púlpito grave | |
y de la cátedra docta; | |
tu penitencia ejemplar, | |
50 | tu humildad, despreciadora |
de los lugares en que | |
aun la obediencia coloca. | |
Mas, como al fin se le debe | |
el candelero a la antorcha, | |
55 | y puede esconderse mal |
ciudad que el monte corona, | |
los ojos venció del Duque | |
tu esplendor, tus religiosas | |
canas, luciente homenaje | |
60 | del muro de tu persona, |
y a tus pies contrita su alma, | |
bien como herida corza, | |
del díctamo solicita | |
las tres venïales hojas. | |
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Con invidia luego, santa, |
Filipo a tus pies se prostra, | |
y en cada rodilla suya | |
no menos que un orbe dobla; | |
de su consciencia clavero | |
70 |
tres años, las dos heroicas |
le introdujiste, virtudes: | |
justicia y misericordia. | |
De méritos, ya de edad, | |
cargado, y de las, que corvan | |
75 |
aun las espaldas de Atlante, |
comisiones onerosas, | |
Córdoba te mereció, | |
cuando pudiera bien Roma | |
impedir tus venerables | |
80 | sienes con sus tres coronas. |
Aquí, pues, de tu piedad | |
señas has dado no pocas: | |
léase en Burgos aquel | |
capítulo de tu historia | |
85 | en el insigne convento, |
digo, de San Pablo, pompa | |
de la provincia por ti, | |
si admiración no de Europa. | |
Las piedras de tu palacio | |
90 | lenguas sean de tus obras, |
que lenguas de piedra es bien | |
que eternicen tu memoria; | |
de esta santa iglesia hable | |
la fábrica caudalosa, | |
95 | que, agradecida, ser quiere |
de tus reliquias custodia. | |
Díganlo, si no, las mudas, | |
las cuotidïanas ondas | |
del profundo, del inmenso | |
100 | oceano de limosnas |
que inunda la ciudad. Antes | |
que en él pierda yo la sonda, | |
me vuelvo a la, que me espera, | |
compañía, aunque bisoña, | |
105 | que, por tener las vacantes |
de los estudios no ociosas, | |
le ha hecho al tiempo un engaño, | |
a que yo os convido ahora. |
No vengo a pedir silencio
Última actualitzación
03.07.2013
© Universitat Pompeu Fabra, Barcelona