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Cloris, el más bello grano, |
si no el más dulce rubí, |
de la Granada a quien lame |
sus cáscaras el Genil, |
5 enjaulando unos claveles |
estaba en el Jaragüí, |
purpúreas aves con hojas, |
muda pompa del abril. |
Bien que muda, su fragrancia |
10 era un canoro ámbar gris, |
que ella no oye por ser roma, |
sorda, digo, de nariz. |
De cañas labra subtiles |
prisión tan cerrada, al fin, |
15 que el aire dudaba entrar, |
porque dudaba salir. |
Entre estos nudos, abeja |
que, haciendo puntas mil, |
tratar quiso como a flor |
20 a un ruiseñor carmesí |
pagara su golosina |
al cerrar la clave, si |
en el quinto no pecara |
mandamiento de marfil: |
25 un dedo picó, el menor |
de la arquitecta gentil, |
juzgándolo quinta hoja |
de una blanca flor de lis. |
Cuánto lo siente la moza |
30 otro lo diga por mí, |
que de casos criminales |
soy coronista civil: |
lloró aljófar, lloró perlas |
pienso yo que un celemín, |
35 y, aunque este pienso no es mío, |
puntüalmente fue así. |
Discursos ha hecho el ocio |
y aun se ha dejado decir |
que la abejuela era, breve, |
40 el ceguezuelo ruín: |
mal venerado, el Amor, |
de este romo serafín, |
sus armas envainó todas |
en el aguijón subtil; |
45 ganando, pues, cielo a dedos |
el rapaz con este ardid, |
perdió Cloris tierra a palmos |
entre uno y otro alhelí. |
Solicitábala entonces |
50 el señor don Belianís, |
mostachos hasta los tufos, |
con rumbos de paladín; |
tenía de mal francés |
lo que de obispo Turpín, |
55 y en español la dejó |
trompa hecha, de París. |
Dio pares luego, y no a Francia, |
que estaba lejos de allí, |
sino al Darro, al Dauro digo, |
60 y aun huele mal en latín. |
Glorïoso Cupidillo, |
en las ramas de un jazmín |
colgando sus agridulces |
instrumentos de herir, |
65 a enjaular flores convida |
las damas del Zacatín |
en cañas, cuantas refinan |
los trapiches de Motril. |
Cloris, el más bello grano
Última actualitzación
03.07.2013
© Universitat Pompeu Fabra, Barcelona