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(1610) |
Apeóse el caballero |
(víspera era, de san Juan) |
al pie de una peña fría |
que es madre de perlas ya, |
5 tan liberal, aunque dura, |
que al más fatigado más |
le sirve, en fuente de plata |
desatado, su cristal. |
Lisonjeado del agua, |
10 pide al sol, ya que no paz, |
templadas treguas al menos |
debajo de un arrayán. |
Concedíaselas, cuando |
vio venir de un colmenar |
15 muchos siglos de hermosura |
en pocos años de edad: |
con un cántaro una niña, |
digo, una perla oriental, |
arracada de su aldea, |
20 si no lo es de la beldad, |
cantando viene contenta, |
y valiente, por su mal, |
la vasija hecha instrumento, |
este atrevido cantar: |
25 «Al campo te desafía |
la colmeneruela: |
ven, Amor, si eres dios, y vuela; |
vuela, Amor, por vida mía, |
que, de un cantarillo armada, |
30 en la estacada |
mi libertad te espera cada día. |
»Este cántaro que ves |
será contra tu fiereza |
morrïón en la cabeza |
35 y, embrazándolo, pavés. |
Si ya tu arrogancia es |
la que solía, |
al campo te desafía |
la colmeneruela: |
40 ven, Amor, si eres dios, y vuela; |
vuela, Amor, por vida mía, |
que, de un cantarillo armada, |
en la estacada |
mi libertad te espera cada día». |
45 Saludóla el caballero, |
cuyo sobresalto al pie |
grillos le puso, de hielo, |
y, yendo a limallos él, |
Amor, que hace donaire |
50 del más bien templado arnés, |
embebida ya en el arco |
una saeta crüel, |
perdona al pavés de barro, |
no a la que embraza el pavés, |
55 escondiéndole un arpón |
donde las plumas se ven. |
Llegó el galán a la niña, |
que en un bello rosicler |
convirtió el color rosado, |
60 y saludóla otra vez. |
Ella, que sobre diamantes |
tremolar plumajes ve, |
y brillar espuelas de oro, |
dulce lo miró, y cortés. |
65 Lo lindo, al fin, lo luciente, |
si la saeta no fue, |
esta lisonja afïanzan, |
que ella escucha sin desdén: |
«Colmenera de ojos bellos |
70 y de labios de clavel, |
¿qué hará aquel |
que halla flechas en aquellos |
cuando en estos busca miel? |
Dímelo tú. |
-Sépalo él. |
75 -Dímelo tú, si no eres cruel. |
»Colmeneruela, animosa |
contra el hijo de la diosa: |
si ve tus ojos divinos |
y esos dos claveles finos, |
80 ¿qué hará aquel |
que halla flechas en aquellos |
cuando en estos busca miel? |
Dímelo tú. |
-Sépalo él. |
-Dímelo tú, si no eres cruel». |
85 Desde el árbol de su madre, |
trincheado, Amor, allí, |
solicita la venganza |
del montaraz serafín. |
Segunda flecha dispara, |
90 tal, que con silbo subtil |
las plumas de la primera |
las tiñe de carmesí. |
Tomóle el galán la mano, |
cometiéndole a un rubí |
95 que le prenda el corazón |
en su dedo de marfil. |
La sortija lo ejecuta, |
y Amor, que fuego y ardid |
está fomentando en ella, |
100 la hace decir así: |
«Tiempo es, el caballero, |
tiempo es de andar de aquí, |
que tengo la madre brava, |
y el veros será mi fin». |
105 Él, contento, fía su robo |
de las ancas de un rocín, |
y ella, amante ya, su fuga, |
del caballero gentil. |
Decidle a su madre, Amor, |
110 si la viniere a buscar, |
que una abeja le lleva la flor |
a otro mejor colmenar; |
picar, picar, |
que cerquita está el lugar. |
115 Decidle que no se aflija |
y perdone al llanto tierno, |
pues granjeó galán yerno |
cuando perdió bella hija: |
el rubí de una sortija |
120 se lo podrá asegurar, |
que una abeja le lleva la flor |
a otro mejor colmenar; |
picar, picar, |
que cerquita está el lugar. |
Apeóse el caballero
Última actualitzación
03.07.2013
© Universitat Pompeu Fabra, Barcelona