De Tisbe y Píramo quiero

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FÁBULA DE LOS AMORES Y MUERTES DE PÍRAMO Y TISBE, QUE NO ACABÓ
 
De Tisbe y Píramo quiero,
si quisiere mi guitarra,
cantaros la historia, ejemplo
de firmeza y de desgracia.
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No sé quién fueron sus padres,
mas bien sé cuál fue su patria;
todos sabéis lo que yo,
y para introdución basta.
Era Tisbe una pintura
10 hecha en lámina de plata,
un brinco de oro y cristal,
de un rubí y dos esmeraldas;
su cabello eran sortijas,
memorias de oro y del alma;
15 su frente, el color bruñido
que da el sol hiriendo al nácar;
la alegría eran, sus ojos,
si no eran la esperanza
que viste, la primavera,
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el día de mayor gala;
sus labios, la grana fina,
sus dientes, las perlas blancas,
por que como el oro en paño
guarden las perlas en grana;
25 desde la barba al pie, Venus,
su hijuelo y las tres Gracias
deshojando están jazmines
sobre rosas encarnadas.
Su edad (ya habéis visto el diente),
30 entre mozuela y rapaza:
pocos años en chapines,
con reverendas de dama.
Señor padre era un buen viejo,
señora madre, una paila;
35 dulce pero simple gente,
conserva de calabaza.
Regalaban a Tisbica
tanto que, si la mochacha
pedía leche de cisnes,
40 le traían ellos natas;
mas ¿qué mucho, si es la niña,
como quien no dice nada,
niña de sus cuatro ojos,
los ojos de sus dos almas?
45 Los brazos del uno fueron,
y del otro eran, las faldas,
los primeros años, cuna,
los siguientes, almohada.