126 |
(1601) |
«En tanto que mis vacas, |
sin oíllos, condenan |
en frutos los madroños |
desta fragosa sierra, |
5 quiero cantar, llorando |
a sombras desta peña, |
de áspera, invencible, |
segunda Galatea, |
que, pues osó fïarle |
10 en intricadas trepas |
sus verdes corazones |
esta amorosa yedra, |
fïarle podré yo |
lagrimosas endechas; |
15 mas, ¡ay triste, que es sorda |
segunda Galatea! |
¡Mal haya quien emplea |
su fe en la que, con arco y con aljaba, |
parece niño Amor, y es fiera brava! |
20 »Divina cazadora, |
que, de seguir las fieras, |
has dado en imitallas |
y, para mí, excedellas: |
de esa tu media luna |
25 junta las empulgueras, |
y al desdén satisfaga |
la más volante flecha, |
que saldrá a recibilla, |
por jubilar sus penas, |
30 en el pecho que huyes, |
el alma que desdeñas». |
No pudo decir más, |
porque entre la maleza |
un jabalí espumoso |
35 le salteó sus quejas; |
lebreles lo forzaron |
a tomar la dehesa, |
y a despreciar venablos |
y perros que lo aquejan. |
40 El vaquero, admirado |
de que, rompiendo telas, |
huya: «¡Oh fiera -le dice-, |
segunda Galatea! |
¡Mal haya quien emplea |
45 su fe en la que, con arco y con aljaba, |
parece niño Amor, y es fiera brava!» |
En tanto que mis vacas
Última actualitzación
03.07.2013
© Universitat Pompeu Fabra, Barcelona