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(1593) |
¿No me bastaba el peligro |
de una grave enfermedad, |
que, pues no me mató ella, |
repito para inmortal, |
5 sino condenarme ahora |
a pretender, y labrar, |
un lisonjero imposible, |
y un süave pedernal? |
¿Qué te ha hecho, crudo Amor, |
10 esta pobre libertad, |
blanco de tus demasías |
(no las llamo flechas ya)? |
Forastero bienvenido |
que vais para la ciudad: |
15 si ya os detuviere en ella |
o gusto o necesidad, |
guardaos, mil veces os digo, |
de un basilisco mortal, |
que está su mayor ponzoña |
20 en su más dulce mirar; |
de un ángel, el más hermoso |
que vistió la humanidad, |
que de crüel y de bello |
está dudoso lo más. |
25 Témela el Amor, y tanto, |
que han confirmado amistad, |
mayor que se prometía |
de mujer y de rapaz, |
todo, en daño de las almas: |
30 ya yo lo sé por mi mal, |
que he pisado entre sus flores |
áspid que sabe matar. |
Armado, se esconde Amor, |
de saetas de crueldad, |
35 en los ojos que tremolan |
traidoras leñas de paz; |
asegúrase el deseo, |
fíase la voluntad, |
y dan en las fieras puntas |
40 del arquero desleal. |
Las señas de esta alevosa, |
para que la conozcáis, |
son, demás de los extremos |
de su gloriosa beldad, |
45 que, si canta, se suspende |
la armonía celestial, |
y si llora, enjuga al alba |
sus lágrimas de cristal. |
Con mi ejemplo y estas señas, |
50 caballero, caminad, |
que ella me condena a muerte, |
y yo me voy a enterrar. |
¿No me bastaba el peligro...?
Última actualitzación
03.07.2013
© Universitat Pompeu Fabra, Barcelona