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(1587) |
Servía en Orán al rey |
un español, con dos lanzas, |
y, con el alma y la vida, |
a una gallarda africana, |
5 tan noble como hermosa, |
tan amante como amada, |
con quien estaba una noche, |
cuando tocaron al arma: |
trecientos cenetes eran |
10 de este rebato la causa, |
que los rayos de la luna |
descubrieron sus adargas; |
las adargas avisaron |
a las mudas atalayas, |
15 las atalayas, los fuegos, |
los fuegos, a las campanas, |
y ellas, al enamorado, |
que, en los brazos de su dama, |
oyó el militar estruendo |
20 de las trompas y las cajas. |
Espuelas de honor lo pican |
y freno de amor lo para: |
no salir es cobardía, |
ingratitud es dejalla. |
25 Del cuello pendiente ella, |
viéndole tomar la espada, |
con lágrimas y suspiros |
le dice aquestas palabras: |
«Salid al campo, señor, |
30 bañen mis ojos la cama, |
que ella me será también, |
sin vos, campo de batalla; |
vestíos y salid apriesa, |
que el general os aguarda: |
35 yo os hago a vos mucha sobra, |
y vos a él, mucha falta. |
Bien podéis salir desnudo, |
pues mi llanto no os ablanda, |
que tenéis de acero el pecho, |
40 y no habéis menester armas». |
Viendo el español brïoso |
cuánto le detiene y habla, |
le dice así: «Mi señora, |
tan dulce como enojada [...]» |
Servía en Orán al rey
Última actualitzación
03.07.2013
© Universitat Pompeu Fabra, Barcelona