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(1584) |
Noble desengaño, |
gracias doy al cielo |
que rompiste el lazo |
que me tenía preso; |
5 por tan gran milagro |
colgaré en tu templo |
las graves cadenas |
de mis graves yerros, |
las fuertes coyundas |
10 del yugo de acero |
que con tu favor |
sacudí del cuello. |
Las húmidas velas |
y los rotos remos |
15 que escapé del mar |
y ofrecí en el puerto |
ya de tus paredes |
serán ornamento, |
gloria de tu nombre, |
20 y de Amor descuento. |
Y así, pues que triunfas |
del rapaz arquero, |
tiren de tu carro |
y sean tu trofeo |
25 locas esperanzas, |
vanos pensamientos, |
pasos esparcidos, |
livianos deseos, |
rabiosos cuidados, |
30 ponzoñosos celos, |
infernales glorias, |
gloriosos infiernos. |
Compóngante himnos, |
y digan, sus versos, |
35 que libras captivos |
y das vista a ciegos; |
ante tu deidad |
hónrense mil fuegos |
del sudor precioso |
40 del árbol sabeo. |
Pero ¿quién me mete |
en cosas de seso |
y en hablar de veras, |
en aquestos tiempos |
45 donde el que más trata |
de burlas y juegos, |
ese es quien se viste |
más a lo moderno? |
Ingrata señora, |
50 de tus aposentos |
(más dulce y sabrosa |
que nabo en adviento) |
aplícame un rato |
el oído atento, |
55 que quiero hacer auto |
de mis devaneos: |
qué de noches frías |
que me tuvo el hielo |
tal, que por esquina |
60 me juzgó tu perro, |
y alzando la pierna |
con gentil denuedo |
me argentó de plata |
los zapatos negros. |
65 Qué de noches de estas, |
señora, me acuerdo |
que, andando a buscar |
chinas por el suelo |
para hacer la seña |
70 por el agujero, |
al tomar la china |
me ensucié los dedos. |
Qué de días anduve |
cargado de acero, |
75 con harto trabajo |
porque estaba enfermo; |
como estaba flaco, |
parecía cencerro: |
hierro por de fuera, |
80 por de dentro hueso. |
Qué de meses y años |
que viví muriendo |
en la Peña pobre, |
sin ser Beltenebros, |
85 donde me acaeció |
mil días enteros |
no comer sino uñas |
haciendo sonetos. |
Qué de necedades |
90 escribí en mil pliegos, |
que las ríes tú ahora |
y yo las confieso, |
aunque las tuvimos |
ambos en un tiempo, |
95 yo, por discreciones, |
y tú, por requiebros. |
Qué de medias noches |
canté en mi instrumento: |
Socorred, señora, |
100 con agua a mi fuego, |
donde, aunque tú no |
socorriste luego, |
socorrió el vecino |
con un gran caldero. |
105 Adiós, mi señora, |
porque me es tu gesto |
chimenea en verano |
y nieve en invierno, |
y el bazo me tienes |
110 de guijarros lleno, |
porque creo que bastan |
seis años de necio. |
Noble desengaño
Última actualitzación
03.07.2013
© Universitat Pompeu Fabra, Barcelona