Guillermo de Torre

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(Madrid, 1900 – Buenos Aires, 1971)

 

Muy precozmente se relacionó su nombre con Gómez de la Serna y los tertulianos de Pombo, y su estilo delirante, amasado de tecnicismos y neologismos («príncipe del esdrújulo archipénico», lo llamó Diego), se encuentra por doquier en las revistas del ultraísmo (Cervantes, Tableros, Vértices). En 1920 publica, como suplemento del último número de Grecia, el Manifiesto vertical. Entre 1921 y 1922 se convierte en el crítico de la revista Ultra. Desde 1921 va dando en Cosmópolis la serie de artículos «Literaturas novísimas», que se refundirán en Literaturas europeas de vanguardia (1925), sobre el que volverá muchos años después para elaborar la imprescindible Historia de las literaturas de vanguardia (1965). En 1923 escribe en Alfar sobre dos de sus primeros contactos en el arte nuevo, Vicente Huidobro y la diseñadora Sonia Delaunay. Ese mismo año rinde su contribución a la parva biblioteca ultraista: Hélices, ilustrado por la que habría de ser su esposa, Norah Borges. En 1925 participa en la breve aventura de Plural, donde aparece su programa crítico «La crítica constructora y creadora», que serviría de prólogo a Literaturas... Colabora en Ronsel, Mediodía, Horizonte, Verso y Prosa, Revista de Occidente...

 

En enero de 1926 propone a Ernesto Giménez Caballero, al que acaba de conocer, la fundación de un periódico de la literatura joven; en noviembre le remite una lista de colaboradores elaborada con Ramón y en enero de 1927 ve la luz La Gaceta Literaria. Al año siguiente trasladó su residencia a Buenos Aires, debido a su matrimonio con Norah Borges, y desde allí colaboraría en la Gaceta Americana. En 1928 publica Examen de conciencia. Problemas estéticos de la nueva generación española. Paulatinamente se alejó de la creación para centrarse en la crítica e historia literarias pero manteniendo su interés por las artes plásticas. Regresó a Madrid en 1932, donde permaneció hasta 1936. Con Pérez Ferrero y Salazar Chapela coordinó el Almanaque Literario 1935, en el que se encargó del balance de la cosecha ensayística del año. A su juicio, el talón de Aquiles del ensayismo español contemporáneo consiste en que «la mayor parte de nuestros escritores, que hubieran podido vacar plenamente al ensayismo, se han visto obligados a recortar [...] sus estudios, haciéndolos digeribles al público mixto y vasto de los periódicos diarios». Tras la Guerra Civil volvió a Argentina, donde trabajó para la editorial Losada, acogió la obra de bastantes exiliados e impulsó la colección «El Puente» de Edhasa, destinada al ensayo español del interior y de la diáspora. Su producción es extensa y en ella figuran La aventura y el orden (1943), Problemática de la literatura (1951), Las metamorfosis de Proteo (1956), El fiel de la balanza (1961), Al pie de las letras (1967) y Doctrina y estética literaria (1969), entre otros títulos.

 

JG y DRdM

 

Además del libro de Emilia de Zuleta, Guillermo de Torre (Ministerio de Educación y Justicia, Buenos Aires, 1962), de un monográfico de Ínsula en el vol. 26 (marzo de 1971) y del trabajo de José Manuel López de Abiada, «Guillermo de Torre: versificador y teórico ultraísta, cronista y definidor de la vanguardia», en Harald Wentzlaff-Eggebert, ed., La vanguardia europea en el contexto latinoamericano (Iberoamericana, Madrid, 1991, pp. 79-104), véase la excelente introducción de José-Luis Calvo Carilla a su edición anotada de Literaturas europeas de vanguardia (Urgoiti, Bilbao, 2002) y la de Domingo Ródenas a la antología de ensayos De la aventura al orden (Fundación Santander, Madrid, 2013). Tiene mucho interés su correspondencia con Alfonso Reyes, Cansinos Assens, Juan Ramón y otros, editada por Carlos García.